Editorial

Sigo de viaje, porque aquellos retazos de experiencias que recojo en ellos, siguen recordándome que la vida es el Gran Viaje, aquel que no podemos dejar pasar entre los dedos sin emocionarnos por lo que fué, es y será.
"Seguimos navegando, una jornada más hacemos un viaje real en el espacio-tiempo y como pequeños infantes disfrutamos del aprendizaje que supone surcar aguas distintas, porque en ellas parece que nunca va a tener fin esta singladura que busca incansable el paradero desconocido de una querida y anhelada Ciudad Invisible…"(La ciudad invisible).

viernes, 1 de mayo de 2009

La Serra Grossa, centinela de Alicante

Hoy es uno de esos días de mayo en los que uno se propone hacer algo diferente a lo habitual, pero las esperanzas quedan truncadas por la meteorología. Sin embargo no dejé que la amenaza de lluvia me amedrentara y decidí acercarme a conocer un paraje muy cercano a mi casa, y al que sólo recuerdo haber ido una vez, cuando niño. No puedo evitar cierta vergüenza al planificar viajes de naturaleza a los Pirineos y otros lugares, y olvidar uno tan cercano como la Serra Grossa.
Se trata de un monte que separa a la ciudad de Alicante de las playas de la Albufereta y San Juan, y supone una barrera natural frente a los vientos, la lluvia y la humedad del mar. Es un pequeño paraje, pero todavía con vida a pesar de los agresivos intentos de la especulación inmobiliaria por acabar con ella.
Comienzo mi andadura con ánimo, aunque mirando de reojo el cielo encapotado. Desde mi casa en el bulevar del Pla, paseo por el parque y me planto en la carretera nacional que va de Alicante a Valencia, cruzo por el semáforo como para ir al centro comercial Plazamar (nada más lejos de mi intención), y sigo la carreterilla que va por detrás del hospital Medimar, y allí la tengo, a sólo 10 minutos de mi casa andando.

Continúo andando, ya cuesta arriba, vislumbro un posible comienzo del camino, pero no me convence la pendiente (aunque más tarde caí en la cuenta que será un camino de ascenso técnicamente más asequible para la bici), así que continuo andando hasta que termina la carretera. Cruzo el campo a través y veo el comienzo del camino.

El camino tiene una pendiente larga y progresiva, por lo que no se hace dura. Poco a poco van apareciendo las margaritas, el romero, las flores silvestres y los pinos, al tiempo que nos elevamos por encima de la ciudad. Pensaba que la pobre Serra Grossa estaría sola y abandonada un día tan señalado como el 1 de octubre, pero desistí en mi idea tras cruzarme con corredores, familias de senderistas, escaladores y grupos de ciclistas. No pude evitar sonreír, quizás no esté todo perdido y la Serra Grossa aguante el empuje del cemento.


Hacia el final del ascenso se vuelve un poco más estrecho, por lo que hay que tener cuidado con los ciclistas que bajan (es un descenso en mountain bike tremendo, la próxima vez...), pero es muy corto. Cuando llegamos a la cumbre se muestra ante nosotros una vasta llanura. Decido encaminarme hacia el noreste, donde la sierra se asoma hacia el mar, y paro al lado de unas cuantas personas que vuelan cometas. El paisaje es magnífico, no creo que la ciudad de Alicante se vea desde otro lugar mejor: la bahía se muestra de un azul violáceo, surcado por no pocas embarcaciones; hacia el sur se divisa el cabo de Santa Pola y la isla de Tabarca, siguiendo la costa pasamos por el puerto de Alicante, la cantera, la playa de la Albufereta, el cabo de las Huertas, la playa de San Juan, y sigue la bahía hasta Sierra Helada y la isla de Benidorm. ¡Qué pequeña parece nuestra costa!

Con el viento de levante soplando fuerte, me encamino hacia el sur y puedo observar que el camino toma no pocas bifurcaciones, en algunos casos se dirige hacia la Albufereta, en otros quiere rodear la sierra por la cantera, todas son alternativas que tomar cuando se abandona la Ciudad Invisible. En el extremo sur me dedico a recoger plantas, sería una buena idea llevarme un trozo de primavera conmigo, aunque sea efímero. Encuentro romero, unas flores violetas... y escucho una letanía, como una voz...cantando hip hop. Un chico de color canta con ganas y actitud. La Serra Grossa es sin duda un itinerario urbano.

Pero se hace tarde y los negros nubarrones amenazan con descargar, así que me apresuro en descender lo andado, no sin detenerme a recoger alguna que otra planta para mi despensa. Dejo atrás la Serra Grossa, uno de los últimos reductos naturales de una Alicante enterrada por kilos de cemento y montañas de metal, esperando imperturbable en el tiempo a que en una próxima ocasión la visite, abandonando de nuevo la Ciudad Invisible.

Tipo de ruta: itinerario o parque urbano
Nivel físico: bajo
Nivel Técnico: bajo
Duración: 2 horas desde mi casa

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